domingo, enero 19, 2025
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Es protesta (lo de Juliaca), hay vandalismo pero no terrorismo [opinión]

Es protesta (lo de Juliaca), hay vandalismo, pero no terrorismo [opinión]

por Guillermo Ruiz Guevara

El antecedente del estado actual en el país data de décadas, es consecuencia de la necedad de politicastros que engañaron permanente a los electores de las ciudades del interior, de fuera de  Lima, ellos en el hartazgo dijeron ¡Basta!

Perú tiene una realidad urbano-limeña y otra del resto del país. Incluso en las capitales de las regiones más pobladas, allí sí se entiende al campesino, al agricultor, al transportista, al comerciante que día a día sudan su esfuerzo y aportan al país desde el olvido del Estado y del abuso de los acopiadores, mayoristas y mafias limeñas. Lo que políticos y policías “no ven”.

En lo que va de la crisis central, iniciada el 07 de diciembre, solo un político, Edwin Martínez, congresista de Acción Popular, tuvo la inteligencia de pronunciar una frase clave, enmudecida por los empresarios patrones de los viejos políticos, por estos y por la prensa servil, tal frase fue: “urge una autocrítica”.

Ningún zorro de los viejos políticos se atrevió a pronunciarla. Se entiende, pues el zorro es astuto, aunque igual es un animal.

Recuérdense las columnas escritas cuando AFF fue elegido, en 1990, en ese entonces se sustentó que fue un voto de protesta. Se escribió y discurseó por propios y ajenos que habría de corregir los errores, diagnosticados, y acercar el Estado al interior del país, moderar el comportamiento abusivo de los grandes empresarios y, así, se inauguró el estribillo de la responsabilidad social. Todo fue un show para las tribunas, todo siguió igual y los viejos zorros siguieron engañando a los electores y sembrando más y más rechazo.

Quienes dialogaron con los tahuantinsuyanos, con los ronderos (los de verdad) y otros importantes movimientos del interior del país, saben que ellos no son comunistas, que son gentes que proclaman su rechazo a la vieja guardia política, a quienes repudian.

Los movimientos políticos del interior del país son fundamentalmente gentes que invocan un trato justo para sus esfuerzos productivos. Ellos están documentados de las fechorías de los congresistas que apañan medidas contra la agricultura, el transporte y el comercio. Ellos saben cómo el Ejecutivo vende los territorios, las minas, las concesiones; ellos conocen cómo los militares y la policía se benefician con el narcotráfico, la minería y la tala ilegal; y que sus “altos jefes” reciben su cuota respectiva.

Todo ciudadano sabe que los Ministerios están plagados de mafias, así como los hospitales y municipalidades, en cada sitio hay una “cultura de la coima”.

Si alguien quiere ser político en Perú primero que confirme que conoce los males nacionales para saber si está preparado para ser gobernante. Nadie que lo ignore podrá merecer ser gobierno, menos si no sabe cómo corregirlo.

De otro lado, el terrorismo es un efectismo utilizado por los viejos políticos, para terruquear a quien les conviene. Fue un mal grave, sin duda, hizo mucho daño al país; estando pendiente el diagnóstico que explique el porqué de tal conducta, descrita como producto de odios acumulados.

Hoy no hay terroristas (en lo de Juliaca), lo que hay es narcotráfico que con la “ayuda” de la prensa mantienen el disfraz del terrorismo, para que los militares sostengan partidas especiales en zonas calientes y con estas partidas más las cuotas por avioneta, lancha o salidita por alguna caleta de pescadores reciban su “aporte”; para sus gastos, dicen.

Hay malos peruanos, lamentablemente, si los hay; hay delincuencia, si la hay. Las autoridades pasan décadas afirmándolo, entonces, cómo es posible que en tantos años no se corrija.

Lo que si hay es vandalismo y remanentes de un fanatismo que nadie, absolutamente nadie, hizo lo necesario para enmendar tal situación. Alguien hace mal su labor o no quiere corregirlo, ¿Por qué será?

Recientemente, un mensaje de la presidente Dina Boluarte Zergarra solo fue un artificio mal montado, en el que se pronunció un desgastado petitorio, inconcebible para un estadista. Bueno, también se entiende, la presidente no lo es.

Y luego, el 09 de enero (en conferencia de prensa ofrecida en Palacio de Gobierno), cinco ministros dieron una muestra de lo que no es un gobernante, en un país donde el incendio produjo decenas de muertes, en pocos días, echaron más leña al fuego.

Inculparon a los dirigentes, los terruquearon y anunciaron medidas de rigor. En ningún caso promovieron el acercamiento dirigencial y la conciliación; argumentaron que no los ubican, entonces, ¿Para qué son gobernantes? Si no saben serlo, para qué se meten en lo que no saben.

En Perú se vive entre extremos, tales no son las izquierdas y las derechas, no son los comunistas y los buenos. Los extremos son el mercantilismo salvaje y el revanchismo exacerbado.

Los verdaderos infiltrados son los zorros de siempre, quiénes arguyen cómo aprovecharse y cómo recuperar la hegemonía política. Los infiltrados en las marchas son similares a los anteriores, delincuentes con corbata y otros con combas en las manos, todos ellos muy mal. Aunque unos usan a los otros.

Se llegó al colmo al observarse que la estrategia de la PNP fue un adefesio, al utilizar a los Terna para azuzar a la población, con el fin de provocar un caos que justifique su intervención y el toque de queda, pero se les pasó la mano. Los vídeos que lo demuestran circulan en las redes sociales.

Ahora se conoce de las decisiones que ambicionan los grupos de poder, para el 2023, sobre plazos de concesiones, contratos Ley cuyo período de vigencia vence y otras cuestiones que suman miles de millones de dólares. Razón por la que sus sirvientes en el Congreso deben conservarse; el voto de confianza no importa cuánto cueste, la inversión lo justifica.

Se asiste a un caso complejo. El poder económico no está interesado en ceder y necesitan a sus sirvientes donde están. DBZ es solo un títere. Ahora. PCT ya no sirve, y si un ministro dice que tal ordena e influye en el escenario actual, entonces para qué es ministro y no controla su carcelería.

No se observa una salida simple. Para la paz social, lo sería el adelanto de elecciones para abril 2023, el problema son los miles de millones en juego. Lo grave es que la población del interior no admitirá más la burla de los limeños y de sus zorros apestosos.

La situación de violencia efervesce y será peor si no se respeta a los millones de peruanos que protestan. Ellos enarbolan su razón, que no es ideológica ni comunistoide, es en estricto el rechazo a decenios de engaño y manipulación. No es por defender a PCT, es porque la forma abrupta como se le despojó del gobierno es una forma muy conocida en sus sitios, donde la maledicente metodología que malos jueces, malos políticos y malos empresarios utilizan para arrebatarles sus derechos.

Es innegable que hay un movimiento socialistoide, en la región, que emerge para debilitar a los gobiernos y negociar espacios políticos; estos van en paralelo con los malos citados en el párrafo anterior. Todos estos vulneran la paz y la justicia; y entre estos, la ciudadanía vive a la defensiva, comprando seguridad. Esto es también una debilidad nacional.

Se espera que los extremismos no exploten en las narices de las mayorías.

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