Alemania, por intermedio de su canciller Olaf Scholz, declaró que las tropas de su país no van a participar en el conflicto en Ucrania, incluso en el formato de contingente de paz. «Tampoco vamos a imponer una zona de exclusión aérea allí», afirmó Scholz durante una entrevista con ARD, una de las cadenas públicas de televisión alemana.
Durante la conversación, el canciller también señaló que Berlín planea fortalecer la defensa antimisiles del país, siguiendo el modelo de Israel y su sistema Cúpula de Hierro, y agregó que quiere hacerlo «por una buena razón». En ese contexto, dijo que «todos debemos prepararnos», al tener «un vecino que actualmente está dispuesto a usar la fuerza para imponer sus intereses».
El pronunciamiento alemán se produce dos días después de la declaración del ministro de Energía de Catar, Saad Sherida al Kaabi, en una entrevista con la CNN en el sentido de que sustituir el suministro de gas ruso, por efectos de la guerra, a Europa rápidamente es «prácticamente imposible».
Según el ministro catarí, que también es presidente y director general de la empresa estatal QatarEnergy, abandonar el gas y el petróleo ruso y pasar a otros proveedores sería difícil para Europa, ya que «entre el 30% y el 40% del gas suministrado» al mercado procede de Rusia.
Según el ministro de Asuntos Exteriores de Catar, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, el conflicto ucraniano ha afectado mucho a algunos países, forzándolos a buscar nuevas formas de fijar el precio del petróleo, no en dólares.
Rusia es el segundo mayor exportador de petróleo del mundo y, por mucho, el primer suministrador de gas de Europa. Parte de esa energía pasa por gasoductos que están en Ucrania. Hasta ahora, la guerra no ha cambiado esto y el gas se sigue llegando a los países europeos al mismo ritmo.
De acuerdo a especialistas en Economía de El País como Ignacio Fariza, en esta guerra Rusia tiene hasta tres escenarios en relación al suministro de gas a Europa.
El primero, el que más posibilidades tiene de cumplirse, al menos a corto plazo, es que las bombas no causen daño en los tubos que cruzan Ucrania y Putin no cierre el grifo. En un segundo escenario, Moscú podría recortar drásticamente la cantidad de gas que fluye por los gasoductos hacia el oeste. Si esto pasase, las cosas se complicarían en la UE, siempre con la amenaza de cortes de suministro en Europa central que son muy dependientes del gas ruso. En el tercer escenario, Putin cierra totalmente el grifo a Unión Europea y se enfoca en China para vender el gas sobrante.
«Es, de largo, el más peligroso para Europa, porque se quedaría sin suministro y, a la vez, Moscú podría paliar el golpe económico con una nueva fuente de entrada de divisas», expresó Ignacio Fariza.