La pandemia de la covid 19: ¿Verdad, falsedad, complicidad, ingenuidad ???
Por Guillermo Ruiz Guevara
Si la sociedad peruana se constituyera en jurado para elegir al peor político, todos se esmerarían en participar, las ganas de acusar aflorarían ad infinitum. Cuando se habla del prójimo surge una banal predisposición a opinar sobre los defectos ajenos; difícilmente se dan diálogos para hablar bien de la gente. La prensa, en los últimos tiempos, contribuye con la cultura del “yo denuncio”, hablando lo malo de cuanto personaje puede acusar; eso es noticia, ¡Vende! Afirman los radiodifusores.
Los niños que jugaron en la década de los 50-60, repetían el “acuseta, cara de peseta”, desde su inocencia; en los 80-90, fue el “¿Cómo es?”, o acaso, “¿Cuál es la mía?”, con acento de complicidad.
Desde mediados del 2020, ante la pandemia, aparecieron algunas voces que acusaban a los que originaron tal fenómeno, disquen en China, pero en este caso, la misma prensa acusadora, se esmeró en callar. Luego, cuando terminaba el 2021, los que acusan las normas que atentan contra quienes libremente no desean vacunarse, no son tomados en cuenta por los medios. Existiendo razones para un debate inteligente y no solo impedir que se dilucide la verdad; y, ocultan las mismas normas internacionales que sobre las vacunas niegan su obligatoriedad. En esto, los medios callan.
Entonces, asistimos a la manipulación de la razón y a la negación del debate. Como si en el caso de las vacunas antipandemia existiera una verdad absoluta.
El escenario es más complejo que solo la afirmación o negación de las vacunas. Un aspecto a considerar es la capacidad de observación y crítica, por parte de la mayoría ciudadana, para discutir sobre las decisiones alrededor del programa de “vacunación”. Otro aspecto es el manejo desde la prensa, promovida por la industria farmacéutica, que está asociada a los intereses de la banca. Se recurre a técnicas conductistas que hacen del temor la fuente de convencimiento para que la población asista a los vacunatorios; la razonabilidad es manipulada y la obligatoriedad impuesta.
Sin embargo, nadie, ningún medio y ningún político y ningún gremio azuza la denuncia contra los que provocaron el mal que afecta a la población mundial, contra los que originaron la pandemia. Y tampoco existen gobernantes que exijan que se esclarezca la causa de este mal. En este caso, el “Yo acuso” no se luce. Alguien, algún político ¿Podrá explicarlo? Además, ¿Por qué ningún presidente o grupo de presidentes oficializa una denuncia internacional contra los causantes de la pandemia?
La lógica bioquímica está de cabeza
Se argumenta que todos deben vacunarse para que el virus no se propague ni se potencie, por mutación. Esto carece de lógica y de sustento. A más vacunados, el virus ya no encontrará como incubar mutación, en todo caso, se degradará indefectiblemente; esto sucederá aunque subsistan algunos no vacunados.
A la fecha, más de dos tercios de la población están vacunados, quiere decir que ya hay más del 66% de viabilidad para la degradación del virus. Y, al llegar a ¾ o más, de vacunados, la presencia de los no vacunados, que ya son los menos, no influirá en que el virus se sostenga o se potencie; lo que sucederá es que, por carencia de organismos donde se albergue y evolucione, se degradará, ¡Salvo que diseminen nuevas cepas o variantes adrede!
De otro lado, la proporción de vacunados versus los no vacunados, en todo caso, desfavorecería a estos y, se supone, no perjudicaría a los protegidos.
Téngase presente que, estadística y clínicamente, en un ambiente de cien personas, si setenta de ellos están vacunados, los otros treinta están, supuestamente, 100% desprotegidos, y los primeros solo con un 5% de desprotección; según afirman los fabricantes de las llamadas vacunas.
Con el mismo criterio y por razón bioquímica, es evidente que existe la reducción de organismos incubadora para una posible mutación que potencie el virus; y, lo que si sucede es que hay una menor población en riesgo.
Por añadidura, toda la documentación sobre la pandemia registra un 2% de muertes a escala mundial y el 0,75% en Perú, con relación a la población total. Cifra controversial, pues se incluyó en el reporte de fallecidos a todos, por cualquier causa, aunque no fuese COVID. Entonces, el impacto de gravedad no da lugar a tipificar una pandemia.
Recuérdese y destáquese que en las fechas sensiblemente críticas de la aparición de la pandemia, nadie se preocupó por proporcionar a la ciudadanía información suficiente para reforzar su sistema inmunológico, existiendo múltiples formas para hacerlo. Y, por el contrario, se confinó a la población y se le negó la asistencia a la playa, para saludables baños de sol y generación de vitamina D en los organismos, de forma natural; se negó el empleo de la Ivermectina, que es un poderoso antiviral, además de antibacterial y antiparasitario, aplicado con éxito en mamíferos; se omitió la información sobre los alimentos nutracéuticos que favorecieran la salud pública y esta solo circuló en ambientes privados. Y, más aún, nadie explica el porqué del grafeno en las vacunas y no hay autoridad que informe con claridad de qué se trata.
Se está aplicando un medicamento, tipificado forzadamente como vacuna, contra todos los protocolos formales de la propia OMS y entidades internacionales en quien se confía el control de la salud y de la aprobación de vacunas.
Ahora se acusa a los que no desean vacunarse, a pesar de los múltiples indicios de la ineficacia del medicamento llamado vacuna. Se contagian y mueren no vacunados, pero igualmente se contagian y mueren los vacunados y nadie aclara porqué la tasa muertos de vacunados con dos dosis o más se eleva, y se contagian y mueren, tanto por COVID como por trombosis; esto último, los médicos lo atribuyen a la composición química de las “vacunas”.
La legalidad pisoteada
El acuerdo internacional de Nürenberg y las leyes vigentes son instrumentos válidos para respetar la decisión del que no desea vacunarse, es un despropósito jurídico impedir este Derecho, menos por una norma de inferior categoría, como es el Decreto Supremo con el que se pretende obligar a la vacunación, aunque citen voluntariado; pero se reglamenta la prohibición del ingreso a bancos, galerías comerciales u otros lugares. Si fuese una norma eficiente, respetuosa de las normas internacionales y del buen sentido por la libertad individual y colectiva, entonces se establecerían espacios para los no vacunados. Ya está probado que el virus no viaja a distancias y es el aliento de las personas infectadas el que lo propaga. Entonces, bastará con aislar a los no vacunados en espacios restringidos para ellos, para evitar el riesgo. Como lugares para fumadores y no fumadores.
El ministro de Justicia, cuya erudición parecía solvente, queda mal parado al no asesorar al presidente de la República adecuadamente y permitir que esta aberración normativa ocurra, ¿Con qué salvedad (o salvajada) explicará esto a sus estudiantes de Derecho?
Invocar el riesgo sanitario no cabe. Primero, porque existen procedimientos para normar sin el yerro jurídico usado; segundo, porque la lógica biológica da pautas para afirmar que el virus va hacia la degradación, salvo que se manipule expresamente para sostenerlo y enfermar a propósito a la población. Supuesto detectable, salvo que los bioquímicos desaparezcan.
La acción del virus genera una reacción grave, una respuesta condicionada por el miedo. Queda probado que la manipulación del pensamiento es fácil, lamentable realidad que los educadores deberán evaluar, y que la prensa es portadora de maniobras que encuentra frágiles negaciones; el conocimiento fácil y la comodidad del dejar hacer prevalece en la mayoría ciudadana. Si el virus fuese tan peligroso y no hubiese lugar a dudas, no sería necesario tanto dinero en publicidad y negocio farmacéutico; si en verdad se deseara proteger la vida, la obligación sería suministrar la cura de forma gratuita. Para eso existen los organismos internacionales que diseñarían las fórmulas urgentes y necesarias para abastecer los medicamentos necesarios a la población, sin que lo países paguen un centavo. Y ya se hubiesen iniciado las acusaciones correspondientes contra los responsables del origen de esta enfermedad. Los indicios existen, ¿Por qué nadie los utiliza?
La libertad y la realización humana, destruidas
El riesgo, en este caso, es relativo e insuficiente para impedir la libertad y la autonomía de las personas. No se requiere enfrentar con mentiras un hecho que no requiere de tales, basta con la salvaguarda de la vida y la integridad de las personas, respetando las libertades.
Si algo debiera privilegiarse, después del obscurantismo de la Edad Media y los tiranos que dañaron desde los Gobiernos que se instauraron en la Edad Moderna, es la libertad. Se clama por la expresión, se exige el respeto por las opciones individuales y diversos atributos de la libre elección, pero, ese logro del sublime concepto de la libertad esta pisoteado sin razones suficientes, habiendo terapia reconocida para superar el efecto del virus.
La reacción será mayor a la pretensión de los vacunadores
Los vacunadores no tienen pruebas indubitables para exigir, solo disponen de argucias para vender sus productos. Nunca la industria farmacéutica percibió tantos ingresos, tanto por las llamadas vacunas, como por alcohol, jabones, mascarillas y otros medicamentos.
La población nunca fue empobrecida, en serie, en dimensiones planetarias, que solo favorece a la industria de los banqueros.
El circuito de las industrias farmacéutica-banca-medios es harto conocido y es este consorcio, mayoritariamente manejado por mercantilistas, el que exacerba la pandemia, ¿Será casualidad?
Es sabido que el Grupo Vanguad, empresa de Fondos Mutuos, en USA, es accionista de todas las marcas farmacéuticas, de medios de comunicación, de Microsoft, cuyo fundador es vocero del Coronavirus y tiene registrada la patente del SARS. Tal empresa también es accionista de bancos y es actora de la Bolsa de Valores, de Wall Street, frente financiero extraordinariamente beneficiado por la pandemia, en beneficio, por extensión, de la estabilidad monetaria del dólar, en circunstancias muy desfavorables frente a la hegemonía de otras monedas. Acaso, ¿Habrá control exprofeso de la pandemia para salvar al dólar y enriquecer a la industria farmacéutica como a la banca?
El bicho existe, la terapia también, pero esto no se muestra en condiciones de amplia comprensión por la población; solo se le amedrenta y se le empobrece.
No se trata de negar la medicamentación (vacunas, aunque no lo sean), se trata de escuchar a todos y debatir sobre la estructura del fenómeno COVID y aclarar todos los aspectos que le rodean. Sobre todo, se trata de salvar la salud mundial y de respetar la libertad inequívoca de todos.
Nadie quiere un colapso ni genocidio ni irrespeto a la libertad, cuya integridad está en proceso de conquista real. Ojala que no haya una verdad delictiva, se sabrá aunque se pretenda ocultar, porque entonces, se fracturaría la historia de la humanidad. Y, la reacción será imprevisible.