
Por Javier Gradín
La derecha y el populismo: Sudamérica como punta de lanza para la conquista mundial
En el 2017 Steve Bannon presentó su proyecto político personal: “The Movement” (El Movimiento). Instalado en Europa gracias al impulso de los partidos nacionalistas con agenda anti europea encontró grandes oportunidades para de influencia. El know how producido por ayudar en la victoria de Donald Trump fue decisivo en las victorias de Salvini en Italia y Bolsonaro en Brasil.
Políticos famosos como Viktor Orbán de Hungría o Marine Le Pen de Francia están relacionadas con este grupo.
Eduardo Bolsonaro es el representante del Movimiento para Sudamérica; no sorprende que en un mundo tan dinámico como el de la derecha nacionalista también él mismo haya suscrito la Carta de Madrid promovida por el partido español VOX.
En castellano dice: “Estoy muy orgulloso de unirme a Steve Bannon como líder del Movimiento en Brasil, representando a las naciones latinoamericanas. Trabajaremos con él para reclamar la soberanía de las fuerzas elitistas globalistas progresistas y expandir el nacionalismo de sentido común para todos los ciudadanos de América Latina.
Restauraremos la dignidad, la libertad y las oportunidades económicas a nuestra gran nación y a sus vecinos. Caminaremos a través de nuestro programa de unir las fuerzas del nacionalismo. El trabajo del Sr. Bannon en Europa es vital y apoyamos su esfuerzo contra el peligroso Pacto Mundial sobre Migración. Mucho más vendrá a medida que disfrutemos de nuestras fuerzas de la misma manera para la prosperidad y mantengamos la cultura milenaria occidental”.
Si comparamos esta declaración de principios a los de la Carta de Madrid de Vox veremos coincidencias notables. Que en los últimos dos años lleguen a América Latina Steve Bannon y Santiago Abascal no es casualidad a pesar de ellos tener enemigos diferentes.
El de Santiago Abascal es el Grupo de Puebla o el Foro de San Pablo; el de Bannon es la Open Society Foundations de George Soros.
Soros con su fundación ha invertido del 2016 al 2020 más de 220 millones de dólares en Sudamérica (https://www.opensocietyfoundations.org/what-we-do/regions/latin-america-and-the-caribbeanen) tiene cuatro oficinas en la región: Puerto Príncipe en Haití, Ciudad de México en México, Bogotá en Colombia y Rio de Janeiro en Brasil.
Muchos políticos se identifican con las propuestas liberales de Soros y cuando alcanzan el poder no dudan en aplicarlas: despenalización de la marihuana, alternativas para reducción de la violencia opuestas a la mano dura, eutanasia y el derecho al bien morir, cuotas de poder para mujeres, transparencia gubernamental, etc.
El enemigo de la derecha y los liberales no es el comunismo sino todo aquello que se aleje de una visión conservadora o restrictiva de la sociedad. No sorprende que los partidos izquierdistas que tomaron el poder en Sudamérica nunca actuaron como marxistas ortodoxos; si así lo hubieran hecho jamás hubieran conquistado el poder. Todos los partidos progresistas que triunfaron en Sudamérica lo hicieron basándose en propuestas liberales y no en aquellas que tradicionalmente se identifican con Marx y Engels.
Uruguay, Brasil y Chile tuvieron gobiernos que definiéndose como izquierdistas siempre actuaron como socialdemócratas. No nacionalizaron una sola empresa, mejoraron sus exportaciones a través de las firmas de tratados y acuerdos y no hubo derecho de minorías que no haya sido aceptado.
¿Perú es una excepción? No. Castillo ganó las elecciones con la típica propuesta conservadora (imposible hacerlo con una liberal) y un ejercicio del poder, refrendó alianzas ajustando todo el plan de gobierno. La praxis siempre demuestra que en política ni las firmas ni los planes valen algo.
Volvamos a Bannon. En agosto durante una cyber simposio llamado War Room organizado por Mike Lindell dijo lo siguiente: “»O seremos la república constitucional que nos legaron y hemos mejorado y pasado, o vamos a ser algo totalmente diferente. Obviamente, Dios está a cargo, ¿verdad? Lo más providencial de que les roben las elecciones es que han volteado todas sus cartas.
«Se trata de una defensa del Occidente judeocristiano. … Considero a Estados Unidos la nueva Jerusalén… basado en los principios del Occidente judeocristiano… Cada vez es más evidente que se trata de una guerra espiritual. Y no hay un término medio». (https://thetrumpyears.com/2021/08/12/steve-bannon-on-eve-of-lindell-cyber-summit-were-in-a-spiritual-war-with-no-middle-ground/)
En ese simposio estuvo también Eduardo Bolsonaro. Bannon dijo que las futuras elecciones en Brasil son “las segundas más importantes del mundo” y que “Bolsonaro ganará a no ser que los votos sean robados por las máquinas de votación”. ¿Debería sorprendernos que los pro Bannon o Abascal desafíen al poder electoral? ¿La similaridad de posición de Trump o la de Fujimori respecto a sus derrotas electorales es casualidad o responde a una estrategia?
Es evidente que no existe espacio para casualidades en política. Y en este caso se aplica una receta que forma parte de un plan que queda en evidencia gracias a sus estrategas.
Otra comparación; ¿Recuerdan cómo se presentaba a Castillo en la segunda vuelta electoral? Así Bannon presentó a Lula en dicho encuentro: “el izquierdista más peligroso del mundo, un criminal, un comunista que es apoyado por toda la prensa estadounidense”. Cualquier semejanza no es sorpresa.
Es un hecho que los políticos locales siguen un libreto al pie de la letra. Nada de lo que ocurre ahora en nuestro continente está planificado o consensuado en nuestras fronteras. Todo se planifica y ejecuta de acuerdo a un plan de precisión. Las sociedades con menor cultura democrática -llámese deficiente educación universal- son afines al extremismo y eso es aprovechado por políticos libres de escrúpulos. Por esto mismo el fenómeno Bolsonaro, Fujimori, el Uribismo o las casi seguras victorias del Partido Colorado en Paraguay (ideario de Stroessner) es inaplicable a otros países de Sudamérica.
Nuestro continente nos demuestra que sin importar el flanco político siempre se puede ser incompetente: así lo fue Moreno y lo es Lasso en Ecuador, así lo es Duque en Colombia, Piñera en Chile, Fernández en Argentina y Maduro en Venezuela. Mientras la clase política no haga bien su trabajo habrá lugar para experimentos y cuando se experimenta con la economía y la sociedad habitualmente se pierde más de lo que se gana.