Cónclave: el acto comenzará el miércoles 7 de mayo.
Cónclave. La Santa Sede, a través de la oficina de prensa, difundió imágenes imágenes que muestra los preparativos de la Capilla Sixtina que recibirá al Colegio de Cardenales para la elección de un nuevo Pontífice. Este 3 de mayo, los cardenales se reúnen nuevamente en Congregación general en preparación al inicio del Cónclave del 7 de mayo.
También documentan la instalación de la estufa y la chimenea. Es precisamente de esa chimenea de donde, en los próximos días, el mundo esperará la señal tan esperada: el humo blanco, el signo de la elección del sucesor del Papa Francisco. La chimenea, conectada a dos estufas en el interior de la Capilla, es el punto del que sale el humo: el negro, cuando aún no se ha alcanzado la mayoría cualificada de dos tercios, y el blanco cuando se ha producido la elección.
Habrá cuatro votaciones al día, dos por la mañana y dos por la tarde, y después de la 33ª o 34ª votación, sin embargo, habrá una segunda vuelta directa y obligatoria entre los dos cardenales que hayan recibido más votos en la última votación. Sin embargo, incluso en este caso, siempre será necesaria una mayoría de dos tercios.
Los dos cardenales restantes no podrán participar activamente en la votación. Si los votos a favor de un candidato alcanzan los dos tercios de los votantes, la elección del Pontífice es canónicamente válida.
Capilla Sixtina, sede del Cónclave
A partir de este 7 de mayo, los cardenales electores se reunirán en un lugar espiritual y artístico especial, inmersos en la belleza de la capilla pintada al fresco por Miguel Ángel y fortalecidos por su significado teológico.
El gesto imperioso y sereno del Cristo juez de Miguel Ángel es el centro y motor del movimiento, amplio y rotatorio, de las aproximadamente cuatrocientas figuras entre almas, santos, ángeles y condenados que componen el gran muro -de unos 14 por 12 metros- detrás del altar de la Capilla Sixtina. En este lugar, cumbre del arte y la espiritualidad, se elegirá en los próximos días al sucesor de Pedro.
Bajo la mirada de Jesús y María
En el centro del Juicio Final, el Hijo de Dios está sentado semidesnudo sobre las nubes, con el brazo izquierdo descubre el costado traspasado, con el derecho levantado anuncia la proclamación del veredicto. A su lado, con él inserta en una almendra de luz, está la Virgen María: siempre ha intercedido por la salvación de los hombres, ahora tiene la cabeza vuelta hacia otro lado, casi resignada.
Ya no puede intervenir, sólo esperar las palabras de su Hijo. La mirada maternal de la Virgen se dirige a la derecha, a los elegidos que ascienden al cielo en el panel con la resurrección de la carne; la mirada severa de Cristo se dirige a las almas condenadas, desesperadas y angustiadas, conducidas por los demonios a la boca del infierno. Algunos intentan en vano salvarse de la condena eterna subiendo vanamente a las nubes.
Caronte y Minos
En la parte inferior de la composición, Caronte, el timonel del infierno, golpea y obliga con su remo a los condenados a bajar de la barca para llevarlos ante Minos. El juez infernal, con largas orejas de asno, tiene el cuerpo envuelto en las espirales de una serpiente que muerde sus genitales para simbolizar el fin de la humanidad. La referencia a Dante, representado entre las almas benditas, es evidente.
Las figuras de los santos
El plasticismo escultórico de Miguel Ángel, inspirado en las obras maestras del Laocoonte o el Torso, conservadas en el Patio de las Estatuas del Vaticano por Julio II, connota también las figuras de los santos Pedro con las llaves, Lorenzo con la parrilla, Catalina de Alejandría con la rueda dentada, Sebastián, arrodillado con las flechas en la mano, y Bartolomé con la piel, que le arrancaron los verdugos, entre las manos: en ella, el artista representa su rostro deformado y angustiado.
Entre estos retratos de los héroes de la fe, estudios recientes han identificado también el rostro de María Magdalena, apóstol de la esperanza, cuya fiesta litúrgica, por deseo del Papa Francisco, desde 2016 se celebra cada 22 de julio: la mujer, modelo de arrepentimiento, perdón y redención del pecado, se ha identificado con la figura de cabellos rubios que besa la gran cruz situada en el extremo izquierdo de Cristo juez.
Los ángeles del Apocalipsis
Bajo la figura majestuosa de Cristo irrumpe la potencia del sonido: el de las largas trompetas de los ángeles del apocalipsis con sus mejillas hinchadas que llenan de aire sus tubos para despertar a los muertos. Se salva quien ha entregado su vida a Cristo.
Este mensaje parece surgir de los dos lunetos de la parte superior, a derecha e izquierda, donde se representan grupos de ángeles portando los símbolos de la Pasión: la cruz, los dados, la corona de espinas, la columna de la flagelación, la escalera y el palo con el puño empapado en vinagre.
La luz vence a las tinieblas
Se trata, según Miguel Ángel, de la Parusía, la venida al final de los tiempos de Jesús que inaugura el Reino de Dios. Toda la visión atormentada y angustiada en la trágica deformación de los cuerpos está, sin embargo, impregnada por el resplandor del Credo. Sobre la tiniebla triunfa la luz, el resplandor del cielo, el color del azul lapislázuli.
Biagio da Cesena, maestro de ceremonias del entonces Papa Pablo III, se escandalizó, calificando de deshonesto representar a tantas «personas desnudas mostrando sus vergüenzas», considerando la composición «más adecuada para una taberna que para una capilla papal»; más tarde, tras el Concilio de Trento, se pidió al pintor Daniele da Volterra que cubriera la desnudez de algunas figuras consideradas obscenas, y otras censuras se sucedieron en siglos posteriores.
Vea la nota original completa.

