Carlos Castillo: los jóvenes bailan en las plazas porque ya los “chancaron” una vez
Carlos Castillo. En la homilía del domingo XXIX del Tiempo Ordinario el designado cardenal monseñor Carlos Castillo hizo notar la aparición de una nueva forma pacífica de manifestarse por parte de jóvenes que sueñan por una nueva patria: la inclusión de ritmos bailables.
Explicó que “se está creando una nueva mentalidad, una nueva cosa linda que está surgiendo. Los grandes pueblos, que sufren mucho, tienen una especie de cocina, en donde se está cocinando lo nuevo, y ya se está notando. Ya se está notando que, pacíficamente siempre, como el Señor, pacíficamente se organizan y todo surge muy bonito”.
“Cómo cuando bailan en la plaza; ¿por qué bailan en las plazas? Porque ya los chancaron una vez hace tiempo no. ¿se acuerdan de Inti y Bryan?”, señaló monseñor Castillo en alusión al caso de Inti Sotelo y Bryan Pintado, jóvenes muertos a consecuencia de disparos realizados por policías durante la noche del 14 de noviembre del 2020, en el marco de las protestas realizadas como reacción a la vacancia de Martín Vizcarra y la investidura de Manuel Merino como presidente”.
“Que hacen ahora, hacen un camino de reeducación donde se unen, cantan, se armonizan, piensan juntos, hacen culto al Señor también, van creando así con su estilo así festivo, van creando la patria que debemos de tener todos, sueñan juntos, la patria, esa patria que ustedes les han enseñado, con el cariño que les han dado. Están depositando con esos gestos, que son como un signo de esperanza, porque si no, no bailarían en la plaza. He pasado por (la av.) Los Héroes Navales y estaba todo lleno la Plaza Grau. Y lo mismo en la Plaza de Armas donde he visto chicos bailando”, agregó.
Añadió: “Jesús dice que orar cantando es orar dos veces, y nosotros hemos agregado, y bailar, es orar tres veces, y eso lo digo porque el papa Francisco, en su primer documento, dice Alégrate porque Dios baila por ti”.
La homilía
En la primera parte de la homilía, monseñor Carlos Castillo sostuvo que la ambición desenfrenada por el poder nos endiosa y corrompe todas las estructuras de poder en la sociedad como en la Iglesia.
Frente a la imagen del Señor de los Milagros, el arzobispo de Lima pidió que se supere esta “enfermedad tremenda” provocada por el poder “que viene despedazando a la humanidad, especialmente, al pueblo sencillo”.
Las lecturas de este domingo nos invitan a reflexionar sobre el camino de fidelidad que debemos seguir para alcanzar la verdadera salvación. En ese sentido, Monseñor Castillo aclaró que la salvación “no es una cuestión mágica o una imposición, sino una misión que nos da el Padre para servir y alentar”, señaló.
Esto aún no es comprendido por los discípulos que, según narra el Evangelio de Marcos (10,35-45), están más preocupados en saber quién ocupará el primer y segundo lugar en el trono. La disputa entre los hijos de Zebedeo y los otros discípulos es un reflejo de la tentación humana que todos experimentamos al creer que «el Reino de Dios es un lugar de honor donde vamos a ganar plata».

Reeducarnos desde la base concreta de nuestro pueblo
Atento a las ambiciones de poder, el Señor corrige a sus discípulos y les enseña que la verdadera grandeza radica en el servicio a los últimos.
El arzobispo de Lima sostuvo que todos estamos llamados a entrar en un proceso de reeducación, especialmente, aquellos que tienen la conducción del país. Esta exhortación también es para quienes gobiernan dentro de la Iglesia y creen que están por encima del resto. «¡Esto es una enfermedad tremenda! Nosotros, como cristianos, todos, tenemos que dejarnos educar por el Señor», agregó.
El mundo está siendo tomado por un conjunto de gente que cree que ellos son como dioses. Desgraciadamente, en el último tiempo, hemos recibido una educación de cálculo y dinero.

La indiferencia y frivolidad también son una enfermedad que debemos sanar como sociedad. Y para salir de estos entrampamientos, es necesario escuchar la sabiduría de nuestro pueblo sencillo que sabe cómo es la vida, cómo se gana el pan y se lucha honestamente: “En la humanidad hay un grupo reducido de personas que se han endiosado y nos pretenden despedazar. No lo debemos permitir, mucho más si somos cristianos”, reiteró el prelado.