Monseñor Castillo: “es una actitud de desprecio a toda aquella persona que quiera aportar algo”MonseEn su homilía dominical el arzobispo de Lima reivindicó a quienes son tildados a manera de insulto con el término caviar. “Es una actitud de desprecio a toda aquella persona que quiera aportar algo, que con su inteligencia, como sucede con todos nosotros, aportamos para mejorar en nuestros lugares, en nuestras comunidades”.
¿Qué es ser un caviar en el Perú?
A entender del profesor Pablo Quintanilla, exdecano de la Facultad de Estudios Generales Letras de la PUCP, la palabra “caviar” es utilizado para calificar a alguien con opiniones de izquierda pero vive con cierta comodidad, también a quienes tuvieron un pasado marxista y ahora trabajan en ONG (s). Igualmente se suele utilizar la palabra para llamar a aquellos que supuestamente “se enriquecen” trabajando en instituciones sociales o defendiendo los derechos humanos.

¿Y, que dijo monseñor Carlos Castillo en su homilía y porqué? “Hay una palabra bien fea que están diciendo últimamente: dicen “caviar”, como un insulto. Además, qué cosa es eso del caviar, creo que son los huevos de un pescado. Bueno, seguramente que los que insultan con ese término no saben qué cosa es y lo usan como un insulto. Entonces, toda la gente buena es tachada de esa cosa, de esos huevos del pescado que, seguramente, los que insultan han probado en sus banquetes; pero lo cierto es que es una actitud de desprecio a toda aquella persona que quiera aportar algo, que con su inteligencia, como sucede con todos nosotros, aportamos para mejorar en nuestros lugares, en nuestras comunidades, en nuestros barrios, en nuestros pueblos. Y la mayor parte de los presidentes acá, si están en Lima, ayuda a sus comunidades también. Y por eso las recuerdan con tanto amor y cariño”.
En ese momento monseñor Castillo invocaba a fortalecer nuestros lazos de amistad y cercanía con los demás, aprendiendo a reconocer el valor de cada persona y su aporte a la sociedad. «El Espíritu Santo, el amor de Dios, está en las personas, en los pueblos, en la belleza de nuestras culturas»,, señaló en alusión al Evangelio según San Marcos (Mc 3, 20-35).
El problema, agregó el arzobispo de Lima, se presenta cuando tenemos actitudes de desprecio que pretenden «satanizar» o tachar todo lo bueno que hay en el mundo. Cuando eso ocurre, nos «endiablamos» y nos destruimos unos a otros. Eso fue lo que sucedió con los escribas, que acusaban a Jesús de tener dentro a Belzebú (demonio). Pero el Señor nos deja un mensaje muy importante: nunca caigamos en la tentación de llamar “supay” (diablo) a quien es bueno.

“Jesús viene para botar de nuestros corazones y de nuestras relaciones todos los “demonios”, todos los “supays” que podamos tener”,, señaló para luego agregar:, “Una fe cristiana capaz de percibir dónde están los problemas”.,
“Cuando los escribas insisten en que Jesús está fuera de sí y su familia lo busca, el Señor responde: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? El que haga la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre». Detrás de estas palabras aparentemente contradictorias, hay un serio cuestionamiento al modo en que vivimos nuestra fe, apartada de toda capacidad de reflexión2.
Cuando nos dejamos llevar por lo inmediato o los chismes, cuando no profundizamos las cosas y nos «ahorramos el discernimiento», estamos repitiendo el pecado de nuestros primeros padres: comer del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. «Este es un problema de falta de sabiduría, en donde nos destruimos, hacemos chismes, y decimos que quien hace el bien es ‘malo’ y quien hace el mal es ‘bueno’», señaló el prelado.